Un enojo que dura aún después de la muerte...

sábado, 26 de enero de 2008

Salvador María del Carril fue el vicepresidente del General Urquiza. Un hombre bastante duro tanto en las cuestiones políticas como en la vida conyugal. Por medio de una carta pública que mando a los diarios, comunicó a los acreedores de su mujer que no pensaba hacerse cargo de sus deudas. Su esposa (Tiburcia Dominguez) decidió no volver a hablarle. Durante veintiún años convivieron de esa manera. Cuando murió, ella construyó uno de los monumentos “más formidables” del predio. Del Carril está cómodamente sentado mirando hacia el sur y protegido por el baldaquino.
Quince años después, como última voluntad, ella pidió que su busto fuera colocado de espaldas a él y en una posición más incómoda. Una muestra en mármol de como había sido la vida en común. El enojo fue tan grande, que ella solicitó que el día en que falleciera, su escultura se ubicara en la posición en que se encuentra,donde se los ve dándose la espalda porque seguiría enojada con él, aún después de la muerte. El rostro de la mujer, delata su fuerte carácter.



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