Cementerio de la Recoleta: Misterios y Leyendas

martes, 12 de febrero de 2008


En el Cementerio de la Recoleta descansan los restos de numerosos personajes históricos, pero lo que realmente lo hace interesante son las historias que se cuentan sobre quienes allí tienen su última morada....

EL NOBLE OLVIDADO Perdidos para siempre descansan los restos de Miguel Haines (h), nieto del rey Jorge IV de Inglaterra. Su padre, hijo natural del monarca, llegó al Río de la Plata durante las invasiones inglesas y se enriqueció formando una sociedad comercial con Guillermo Brown en Colonia del Sacramento, Uruguay. Su hijo vino a Buenos Aires a los 20 años, ciego después de una fallida operación realizada en Europa, y se dedicó a la música. A su muerte fue enterrado en el denominado sector 3 del cementerio, pero un descuido durante la reforma realizada en 1880 hizo que sus restos desapareciesen para siempre.

LA NIETA DE NAPOLEÓN En 1847 arribó a la Argentina el conde Alexandre Walewski, hijo de una amante del Emperador Napoleón, para negociar el fin del bloqueo francés al puerto de Buenos Aires. A la semana de llegar, su esposa dio a luz a una débil y enferma niña a la que bautizaron Isabel Elvira. El Brigadier General Rosas ordenó que fuese atendida por los mejores médicos, pero los esfuerzos resultaron infructuosos y a los pocos días la niña falleció. Tiempo después el matrimonio Walewski regresó a Francia, pero decidieron dejar aquí el cadáver de la niña. Luego de la reforma de 1880 se creyó que Isabel había corrido igual suerte que Miguel Haines (h), pero el estudio de los archivos y registros del cementerio permitió demostrar que los restos de la niña descansan en la tumba de su madrina, Mariquita Sánchez de Thompson, aunque no hay ninguna placa que la recuerde. No pocos cuidadores comentan que ciertas noches puede oírse el llanto de un bebe proveniente de esa tumba, y algunos se atreven a contar que si uno es lo suficientemente valiente como para acercarse, podrá ver a la pequeña Isabel llorando en brazos de su madrina.

¿ DESCANSA AQUÍ EL ÚLTIMO DELFÍN DE FRANCIA ? Algunos historiadores sostienen que en La Recoleta descansa eternamente Luis XVII, el Delfín de Francia escapado de la Prison du Temple. En 1818 llegó a la Argentina en un buque de guerra bajo el nombre de Pierre Benoît, y ejerció aquí su profesión de arquitecto, siendo por ejemplo responsable de la realización del frente de la Catedral Metropolitana. En 1853 tuvo un encuentro con un misterioso hombre llegado de Francia, quien decía traer un mensaje para él. Después de esta reunión, Benoît se mostró sumamente perturbado y su salud desmejoró notablemente. Un tiempo después, y ya en su lecho de muerte, confesó ante testigos que en realidad era Luis XVII, heredero del trono francés. Aún en la actualidad sus descendientes litigan en los tribunales franceses para probar la legitimidad de su realeza.


Un dato curioso: existen datos extraños, como que el cementerio de la Recoleta no es un camposanto: perdió esa condición en 1853 cuando el presidente Bartolomé Mitre ordenó el entierro del Dr. Blas Agüero, un francmasón a quien el arzobispo de Buenos Aires le había negado cristiana sepultura porque, fiel a sus principios, se había negado a recibir los sacramentos. Mitre decretó el permiso para el entierro, y el arzobispo retrucó retirando la bendición a la necrópolis y por lo tanto su condición de santidad. Nunca volvió a restaurarse, y probablemente la Recoleta no volverá a ser un camposanto nunca.